martes, 23 de julio de 2013

Larga vida a los zapatos

Desde hace un tiempo para acá, llegué a un punto en que si me compro un par de zapatos, debo sacarlos de la caja y esconderlos en mi cartera antes de llegar a casa para que no me vean entrando con un par nuevo.

Así, cuando me preguntan en casa: "¿Y esos zapatos?"; yo respondo: "ay, pero si son viejos; los compré la última vez que viajé...imagínate".

Les digo, en mi casa deben pensar que tengo un contrabando de zapatos.  Seguro que a muchas les pasa lo mismo.

Ante toda esta estrategia, la parte de abajo de mi cama [que parece un monstruo de comer zapatos] y mi preferencia por comprar zapatos antes que cualquier otra prenda desde que era pequeña, confieso que me he puesto a reflexionar acerca de por qué me parecen tan irresistibles.

Todas deben tener razones diferentes, pero la mía, es que indiferentemente de la talla que use de ropa, siempre he calzado lo mismo.  Y sino, la culpa es de la horma y no de mi amor por la comida. [guiño]

Con los zapatos, no hay traumas de voces fuera del probador diciéndote: "sales para verte" - "Aquí estoy" - "¿cómo te quedó?".

Por eso, y por muchas cosas más: LARGA VIDA A LOS ZAPATOS!

xoxo
[m]












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